Charla José Marfil

José Marfil, superviviente del campo de exterminio nazi de Mauthausen, ofrece una emotiva charla en Novaschool Añoreta

Este malagueño de 89 años compartió ayer la mañana con alumnos y profesores del centro, a los que conmovió con la historia de su vida

Málaga, 4 de noviembre de 2010. “Eran los días de Navidad. Llegamos a Mauthausen, no sabíamos dónde íbamos y cuando se paró el camión recuerdo un profundo silencio. Sólo había silencio, y, de repente, el sonido de la pisada de unas botas sobre el suelo helado que se dirigían hacia nosotros. Nos bajaron del camión. Había una inmensa puerta por la que entramos todos. Un general nos dijo algo en alemán que no entendíamos, pero que un traductor se encargó de que nos quedase bien claro: “Esa es la puerta por la que habéis entrado aquí, y allí está el lugar por el que saldréis”, dijo señalando un chimenea de una de las barracas”. Así, contaba ayer miércoles 3 de noviembre José Marfil su llegada al campo de concentración nazi de Mauthausen en la conferencia que ofreción en el colegio Novaschool Añoreta. En su visita, que la comunidad educativa del centro recibió como un enorme privilegio, José Marfil Peralta estuvo acompañado por la historiadora Lourdes Peláez, madre de un alumno del centro que, por mediación del profesor Ali Bagherian, organizó la conferencia.

José Marfil, nacido en el Rincón de la Victoria pero residente en Francia, acudió a Novaschool Añoreta para dar una charla sobre su particular peripecia vital a los alumnos de Bachillerato y demás miembros de la comunidad escolar, congregándose en la sala de la conferencia cerca de 100 personas ávidas de escuchar el relato vital de este malagueño de 89 años, especialmente su experiencia como deportado en los años de la Segunda Guerra Mundial al campo de concentración de Mauthausen.

Antes de dar paso a su intervención, Lourdes Peláez puso en antecedentes a los asistentes sobre el contexto histórico en que se encuadran las terribles vivencias de José Marfil, un hombre al que le mueve sobre todo el deseo de dar testimonio del horror vivido en Mauthausen y servir así a las jóvenes generaciones. “Si la juventud llega a saber totalmente lo que pasó, quizás no caiga en manos de personas que hablan muy bien pero tienen la intención de crear dictaduras. Quiero que la juventud sepa y analice”, afirmó Marfil.

Con apenas 18 años vivió el exilio al término de la Guerra Civil española. Como miembro de una familia leal a la República, se vio obligado a abandonar España en 1939 a través de los Pirineos. Una vez en territorio francés y separado de su familia, fue internado, como muchos otros miles que compartían su destino, en el campo de refugiados de Argelles-sur-mer en pésimas condiciones. Lo abandonó para unirse a los grupos de trabajo franceses y con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se alistó en el ejército francés para combatir el nazismo.

En la bolsa de Dunquerke fue hecho prisionero por los alemanes y conducido a un stalag (campo de prisioneros), de donde salió en 1940 con destino al campo de concentración de Mauthausen, en Austria. Mauthausen era un campo de categoría III, destinado al exterminio, el más duro de Europa en la época de su deportación y donde meses antes había perecido su padre, el primer español que murió en un campo de exterminio nazi.

José Marfil compartió la terrible experiencia con otros cerca de siete mil españoles, de los que que en los años que duró el internamiento hasta la liberación en 1945, sólo sobrevivieron unos dos mil. “Por las noches, cuando nos acostábamos todos nos decíamos “señores, otra victoria”, el hecho de llegar vivos a la noche; esa era nuestra victoria diaria”, aseveraba Marfil.

Durante la emotiva charla, José Marfil hizo hincapié en la suerte que supuso para él haber estado formado como carpintero, lo que le permitió eludir el trabajo en las terribles canteras de granito y la intemperie, pues atendía a sus tareas a cubierto en un espacio caldeado. En más de una ocasión, el favor de algún kapo le libró de la muerte segura que sufrieron tantos de sus compañeros. “Uno de ellos venía y escogía a algunos para llevárselo con ellos. Cuando llegó a mí otro de ellos dijo “a este no, es joven y tiene fuerza y nos puede servir”, entonces el otro me dijo: “Sí, que corra y yo vea si es verdad”. No corrí -comentaba Marfil- volé para que viera que era verdad que tenía fuerzas y me dejaron allí”, comentaba José Marfil.

Además, Marfil relató como el saber carpintería le ayudó a él y otros compañeros a “vivir un poco, sólo un poco mejor en Mauthausen”. “Mientras trabajábamos en la carpintería no nos podían pegar, porque si no se rompía lo que estábamos haciendo. Además, yo con mi caja de herramientas podía moverme por ciertos sitios. Así, con la complicidad y la ayuda de otros compañeros del campo iba a un almacén todo oscuro donde guardaban las patatas, llenaba la caja de herramientas de patatas y volvía sin que nadie se diera cuenta a la carpintería”, relataba Marfil, quien asegura que la solidaridad y el compañerismo entre las personas presas en los campos de concentración era muy fuerte y algo natural que salía del corazón sin esperar por ello nada a cambio.

José Marfil dio en todo momento muestras de su gratitud por estar vivo y de la certeza de deber cumplir con la misión de informar sobre lo que vio y vivió -cosa que hizo ya con anterioridad al escribir y publicar un libro sobre su experiencia, aparecido en francés y de próxima publicación en español-, de modo que su peripecia sirviera de lección y advertencia a las generaciones venideras.

La charla concluyó con el turno de preguntas a cargo de los alumnos asistentes, que se interesaron por las condiciones de vida en el campo de concentración, la experiencia de la liberación a cargo de las tropas americanas y la superación psicológica de tan duras vivencias.

La sala en pie aplaudiendo a José Marfil, con todos los asistentes emocionados por el testimonio recibido y conscientes de haber presenciado una verdadera lección viva de historia, de fortaleza y de dignidad fue el colofón de esta conferencia.

Después, José Marfil y Lourdes Peláez compartieron un almuerzo en el centro con un grupo de profesores y alumnos.

 

De izquierda a derecha, Ada Valero, Vicedirectora Novaschool Añoreta; Elvira Báez, Directora; José Marfil y la historiadora Lourdes Peláez. Instantanea de José Marfil con el alumnado de bachillerato que acudió a la conferencia. José Marfil recibiendo el aplauso unánime de todos los presentes que acudieron a la conferencia.

José Marfil, superviviente del campo de exterminio nazi de Mauthausen, ofrece una emotiva charla en Novaschool Añoreta

Este malagueño de 89 años compartió ayer la mañana con alumnos y profesores del centro, a los que conmovió con la historia de su vida

Málaga, 4 de noviembre de 2010. “Eran los días de Navidad. Llegamos a Mauthausen, no sabíamos dónde íbamos y cuando se paró el camión recuerdo un profundo silencio. Sólo había silencio, y, de repente, el sonido de la pisada de unas botas sobre el suelo helado que se dirigían hacia nosotros. Nos bajaron del camión. Había una inmensa puerta por la que entramos todos. Un general nos dijo algo en alemán que no entendíamos, pero que un traductor se encargó de que nos quedase bien claro: “Esa es la puerta por la que habéis entrado aquí, y allí está el lugar por el que saldréis”, dijo señalando un chimenea de una de las barracas”. Así, contaba ayer miércoles 3 de noviembre José Marfil su llegada al campo de concentración nazi de Mauthausen en la conferencia que ofreción en el colegio Novaschool Añoreta. En su visita, que la comunidad educativa del centro recibió como un enorme privilegio, José Marfil Peralta estuvo acompañado por la historiadora Lourdes Peláez, madre de un alumno del centro que, por mediación del profesor Ali Bagherian, organizó la conferencia.

José Marfil, nacido en el Rincón de la Victoria pero residente en Francia, acudió a Novaschool Añoreta para dar una charla sobre su particular peripecia vital a los alumnos de Bachillerato y demás miembros de la comunidad escolar, congregándose en la sala de la conferencia cerca de 100 personas ávidas de escuchar el relato vital de este malagueño de 89 años, especialmente su experiencia como deportado en los años de la Segunda Guerra Mundial al campo de concentración de Mauthausen.

Antes de dar paso a su intervención, Lourdes Peláez puso en antecedentes a los asistentes sobre el contexto histórico en que se encuadran las terribles vivencias de José Marfil, un hombre al que le mueve sobre todo el deseo de dar testimonio del horror vivido en Mauthausen y servir así a las jóvenes generaciones. “Si la juventud llega a saber totalmente lo que pasó, quizás no caiga en manos de personas que hablan muy bien pero tienen la intención de crear dictaduras. Quiero que la juventud sepa y analice”, afirmó Marfil.

Con apenas 18 años vivió el exilio al término de la Guerra Civil española. Como miembro de una familia leal a la República, se vio obligado a abandonar España en 1939 a través de los Pirineos. Una vez en territorio francés y separado de su familia, fue internado, como muchos otros miles que compartían su destino, en el campo de refugiados de Argelles-sur-mer en pésimas condiciones. Lo abandonó para unirse a los grupos de trabajo franceses y con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se alistó en el ejército francés para combatir el nazismo.

En la bolsa de Dunquerke fue hecho prisionero por los alemanes y conducido a un stalag (campo de prisioneros), de donde salió en 1940 con destino al campo de concentración de Mauthausen, en Austria. Mauthausen era un campo de categoría III, destinado al exterminio, el más duro de Europa en la época de su deportación y donde meses antes había perecido su padre, el primer español que murió en un campo de exterminio nazi.

José Marfil compartió la terrible experiencia con otros cerca de siete mil españoles, de los que que en los años que duró el internamiento hasta la liberación en 1945, sólo sobrevivieron unos dos mil. “Por las noches, cuando nos acostábamos todos nos decíamos “señores, otra victoria”, el hecho de llegar vivos a la noche; esa era nuestra victoria diaria”, aseveraba Marfil.

Durante la emotiva charla, José Marfil hizo hincapié en la suerte que supuso para él haber estado formado como carpintero, lo que le permitió eludir el trabajo en las terribles canteras de granito y la intemperie, pues atendía a sus tareas a cubierto en un espacio caldeado. En más de una ocasión, el favor de algún kapo le libró de la muerte segura que sufrieron tantos de sus compañeros. “Uno de ellos venía y escogía a algunos para llevárselo con ellos. Cuando llegó a mí otro de ellos dijo “a este no, es joven y tiene fuerza y nos puede servir”, entonces el otro me dijo: “Sí, que corra y yo vea si es verdad”. No corrí -comentaba Marfil- volé para que viera que era verdad que tenía fuerzas y me dejaron allí”, comentaba José Marfil.

Además, Marfil relató como el saber carpintería le ayudó a él y otros compañeros a “vivir un poco, sólo un poco mejor en Mauthausen”. “Mientras trabajábamos en la carpintería no nos podían pegar, porque si no se rompía lo que estábamos haciendo. Además, yo con mi caja de herramientas podía moverme por ciertos sitios. Así, con la complicidad y la ayuda de otros compañeros del campo iba a un almacén todo oscuro donde guardaban las patatas, llenaba la caja de herramientas de patatas y volvía sin que nadie se diera cuenta a la carpintería”, relataba Marfil, quien asegura que la solidaridad y el compañerismo entre las personas presas en los campos de concentración era muy fuerte y algo natural que salía del corazón sin esperar por ello nada a cambio.

José Marfil dio en todo momento muestras de su gratitud por estar vivo y de la certeza de deber cumplir con la misión de informar sobre lo que vio y vivió -cosa que hizo ya con anterioridad al escribir y publicar un libro sobre su experiencia, aparecido en francés y de próxima publicación en español-, de modo que su peripecia sirviera de lección y advertencia a las generaciones venideras.

La charla concluyó con el turno de preguntas a cargo de los alumnos asistentes, que se interesaron por las condiciones de vida en el campo de concentración, la experiencia de la liberación a cargo de las tropas americanas y la superación psicológica de tan duras vivencias.

La sala en pie aplaudiendo a José Marfil, con todos los asistentes emocionados por el testimonio recibido y conscientes de haber presenciado una verdadera lección viva de historia, de fortaleza y de dignidad fue el colofón de esta conferencia.

Después, José Marfil y Lourdes Peláez compartieron un almuerzo en el centro con un grupo de profesores y alumnos.

De izquierda a derecha, Ada Valero, Vicedirectora Novaschool Añoreta; Elvira Báez, Directora; José Marfil y la historiadora Lourdes Peláez. Instantanea de José Marfil con el alumnado de bachillerato que acudió a la conferencia. José Marfil recibiendo el aplauso unánime de todos los presentes que acudieron a la conferencia.

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